Tu día de la marmota

1 de marzo de 2021

El día de la marmota nos recuerda que vivimos sin avanzar. Y a la vez nos ofrece la dudosa moraleja de que si hacemos determinadas cosas, si encontramos el sentido y el por qué, si arreglamos las cosas que hemos hecho mal o si somos “buenos”, se sale del día de la marmota. Pero, ¿es verdad?

Seguro que conoces la película Atrapado en el tiempo. Ese argumento y esa trama han sido utilizadas en multitud de series, infantiles y adultas. Repetir el mismo día una y otra vez sin saber por qué. A base de vivir el mismo día continuamente, los personajes hacen de todo: el idiota, lo absurdo, el gamberro, etc. Total, qué más da: a la mañana siguiente el día va a reiniciarse y todo, absolutamente todo, volverá a ser igual.

Y así hasta que el protagonista, la única persona que sabe que está atrapado en el tiempo, se harta de hacer todas las tonterías habidas y por haber. Se cansa de tirarle el café por la cabeza al señor que se le cruza a la salida de la cafetería, o se aburre de darle consejos disparatados a la amiga con la que tiene siempre la misma conversación existencial a las 13:47.

Y entonces decide prestar atención y reflexionar sobre lo que le ocurre, y así acaba dando con la solución para dejar de estar atrapado en el tiempo, viviendo el mismo día una y otra vez.

Esta solución pasa siempre por entender algo. Darse cuenta de algo. Y, en consecuencia, elegir un cauce de acción que “arregla” las cosas. Una transformación personal interior más que exterior, en realidad.

Una especie de viaje del héroe circular y repetitivo hasta que el personaje está de nuevo en el inicio del viaje pero esta vez fuera del círculo.

Y así logra librarse de su bucle vital y todos tan contentos. El protagonista feliz porque ya no tiene que vivir siempre el mismo día, aparte del extra de haber aprendido algo de la vida. Y nosotros, los espectadores, compartimos esa felicidad mientras aceptamos que sí, que es eso, que hemos de buscar el modo de virar el curso de nuestra vida para dejar de vivir atrapados en una repetición constante.

Para que todos los días dejen de ser iguales.

Solo que tal vez no es así.

En los días de las marmotas la solución está siempre en la interacción con lo cercano, y en un cambio de percepción que tiene lugar sólo en nosotros. Porque sólo nosotros estamos atrapados. Y esto es clave.

La única persona que tiene ese conocimiento es el protagonista, y por ende tú, el espectador. No es que el mundo esté repitiéndose una y otra vez; bueno sí, pero lo hace porque tú te repites una y otra vez.

No voy a decirte la gilipollez de dominio público de que “debes salir de tu zona de confort”. Voy a decirte es que vivimos en nuestros días de la marmota particulares. No sólo porque repetimos lo mismo una y otra vez, sino porque pretendemos encontrar la clave de la salida de nuestros bucles leyendo la vida entre líneas, buscando las pistas.

Y las pistas están delante de nuestra cara.

Pero hay esperanza. En las historias de los días de la marmota el cambio tiene lugar cuando el protagonista se cansa de lo mismo un día, y otro día, y otro día, y otro día… Quizás solo haya que esperar a que estemos lo bastante cansados.

Lo que hace especial el día que abandonamos la rutina-marmota es precisamente toda la sucesión de días repetidos anteriormente. Sin esos días, no hay día especial no hay un último día del ciclo de la marmota a partir del cual el futuro ya no se repetirá.

En la película Atrapado en el tiempo sí vemos esos días; de hecho, esos días repetidos son la película. En una novela puede ocurrir algo similar: que sean esos días calcados unos de otros los que llenen las páginas del libro o bien que no veamos ninguno de ellos y la historia empiece justo el día después. Ese día en el que el protagonista arranca su historia no podría entenderse (si de un Viaje del Héroe – Marca Registrada se tratara) sin las decenas o cientos de días anteriores. Lo épico comienza tras muchas monotonía: el fin de un impero, el fin de una era. Las grandes historias empiezan «al día siguiente».

«Después de todo, mañana será otro día«.

El día de la marmota lleva implícita la idea de que hay una solución correcta, que hay una acción o combinación de acciones que acaban con el entuerto, lo cual excluye a otras acciones como posibles acciones correctas. Es decir, que sólo hay un camino, una acción o una palabra para salir del bucle. Esto implica que sólo hay una historia que puede ser contada para terminar con el estancamiento, para avanzar. El héroe hará su viaje sólo si hace una acción determinada, si toma una decisión determinada. Y tú, y yo, igual: hemos de buscar la respuesta correcta no para acabar la historia sino para empezarla.

¿Es esto cierto? Tal vez no. Pueden contarse cientos de historias sobre lo mismo. Hay decenas de posibles tramas, conversaciones, elecciones, etc. Nos vemos como protagonistas de nuestras historias pero podemos ser a la vez los secundarios de las historias de otros. ¿Cuántas veces no has pensado mientras leías un libro cómo sería la historia si el protagonista fuera el personaje secundario?

Todas estas otras posibles historias generan días de la marmota diferentes, diferentes narraciones. ¿Son historias erróneas? Qué frase más dura pero que tal vez te resuene. ¿Estoy viviendo mi historia correcta, o debería haber hecho o dicho en aquel momento…? ¡Ay, cuidado con eso! Puede resultar tan transformador como destructivo. Ambas cosas se parecen mucho.

Si albergamos esa idea en algún rincón de nuestra mente es probable que sigamos tanteando a veces, probando combinaciones al azar de acciones absurdas, precisamente esos días en que notamos que todo e repite demasiado. También puede que busquemos salida a través de las novelas, las historias. Claves o pistas que nos permitan hallar la combinación adecuada para salir de nuestro día de la marmota.

Aunque ya sabes cómo son los ciclos. Acabas uno y empiezas otro. Tal vez por eso el héroe y la heroína siguen avanzando, y tal vez por eso tú sigues leyendo.

Me obsesiona saber por qué seguimos leyendo.

6 respuestas

  1. «Pero hay esperanza. En las historias de los días de la marmota el cambio tiene lugar cuando el protagonista se cansa de lo mismo un día, y otro día, y otro día, y otro día… Quizás solo haya que esperar a que estemos lo bastante cansados».
    Me gusta. Si tomas conciencia de que todo se repite, de que vives en un bucle supongo que es una forma de liberación. Va viendo uno los fallos en Matrix,jaja. Cansarse (en el sentido de tratar de encontrar una nota discordante en ese bucle) y buscar otra manera de vivir ese día de la marmota. Muy inspirador:)

    1. Hola, Miguel

      Es curioso esto de rescatar entradas antiguas del blog de la trastienda (el que abrí en Medium) y traerlas aquí al blog «bueno» jajaja! Le añado un algo, la retoco un poco (esta en concreto tiene algunos párrafos añadidos) y en cierto modo procuro encajarla en una línea general (muy, muy general) de narrativa, leer y escribir. ¿Estoy haciendo lo que digo en la entrada? Haciendo «algo» para cambiar la marmotada de la entrada original? ¡Quién sabe!

      Sí, creo que es bueno cansarse. Como nos cansamos de ciertos libros, de ciertas historias, de ciertos personajes… al menos por un tiempo y luego volvemos. Porque si salimos de un día de la marmota suele ser para entrar en otro, y así vamos, dando marmota-saltos 🙂

      Un abrazo!

    1. ¡Hola, María!

      Lo de por qué seguimos leyendo de verdad que me fascina. Es algo que está por encima de los libros que leamos: si el libro es bueno, leemos más. Si es malo, seguimos leyendo (no nos quita las ganas) Si encontramos una respuesta o cierta paz, seguimos leyendo; no decimos «bueno, pues ya está, ya no necesito más».

      Tus dos motivos son ciertos, y por uno o por otro habremos leído muchas veces. Pero creo que hay más. De hecho (voy a mirar) creo que alguna entrada tenía escrita sobre ese tema.

      Me alegra verte por aquí. ¡Un abrazo!

      1. creo que seguimos leyendo por que estamos mas perdidos que un pulpo en un garaje y buscamos las señales,quien sabe,la frase o el consejo perfecto que te haga reaccionar.

        1. Pues es muy posible, sí. Te diría incluso que encontramos ese consejo más de una vez, según la circunstancia personal en la que estemos. Pero claro, cambian las circunstancias, cambia la vida, y cambiamos de libro, ¿no?

          Un saludo!

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