La calma de los locos

18 de julio de 2024
la calma de los locos

Se supone (esto va mucho de suponer) que un psicólogo no puede decir “loco”. No sé por qué se supone, quizás porque queda feo y porque hay palabras más adecuadas, y otras muchas palabras que aún no están pero que saldrán en el futuro para no decir loco.

Lo de suponer cosas es decir que las cosas tienen un cómo y un por qué. No sé quién instauró esa suposición de que no se dice “loco”.

La calma de los locos es algo que descubrí ayer mismo. En realidad, fue ayer cuando le puse nombre. Fue mi respuesta a la pregunta de un amigo: “¿Cómo estás?”. Respondí: “Calmado”, (por voluntad propia, diría) “la calma de los locos”. La tranquilidad de caminar sobre un suelo y un entorno que se desmorona.

Probablemente en unos cuantos meses me quede sin trabajo. Puede que no. Las cosas que se supone deberían suponerse, (no, no estoy trabalenguas, sólo estoy loco) las cosas que son las suposiciones sobre las cuales construimos castillos de piedra recios y estables, están todas bocabajo, bajo observación, en cuarentena.

La calma del loco es delicada, frágil. Etérea. No es la tranquilidad de que las cosas estén bien, como se supone que deben estar. Es muy fácil de perturbar, y sin duda es una gran tentación para cualquiera decirle al loco “Eh, atiende. Espabila. Haz algo”. Nada nos pone más nervioso que un loco y nada nos hace más felices que devolver la cordura a esos locos, pobrecitos, que van tranquilos por la vida, confiando en ellos sabrán qué.

Porque es nuestro santo deber, ¿verdad? Devolver el loco al redil, abofetear a la intuición y vestirla con las ropas de la razón. Otras camisas de fuerza que utilizamos, en nosotros y en otros, sin necesidad de título ni formación, salvo el poder que nos otorga que las cosas son como son. Y ahí estamos, prestos a devolver la cordura al mundo.

Qué valientes, qué nobles. Qué gilipollas presuntuosos.

la calma de los locos

Mira la carta de El Loco del tarot. Ahí va, caminando sin mirar, con un hatillo al hombro que a saber qué cosas lleva. Se supone (eso leí en un libro, creo) que camina hacia un barranco el muy loco, y no parece importarle. Y el perro, que le muerde en las piernas (se supone, siempre hay mucho suponer) que para advertirle de que va hacia un desastre, y que no sea loco, que atienda, que espabile.

Me encanta el tarot. A mí, con mi doctorado en psicología me encanta el tarot. Porque estoy loco, claro.

Pero el loco no se detiene. Esa carta no tiene número porque se supone que puede aparecer en cualquier momento. Nadie está a salvo de la locura. O lo que es lo mismo, todos tenemos esa oportunidad de no mirar al camino ni al barranco ni hacer caso al perro, y seguir caminando a saber por dónde, tranquilos.

Calmados.

No te pido que te arrojes por un precipicio, pero sí que camines hacia él. O hacia cualquier parte, sin hacer caso al perro. Y que cuando el mordisco del chucho sea ya lo bastante fuerte, quizás porque estás a punto de despeñarte, en ese momento exacto, que aguantes un poco más en tu locura. Un poco más. A veces en ese poco más se despliega lo que el loco ve sin saber que lo está viendo. A veces hay que aguantar un poco la locura porque es, si no el único camino, el camino que puede enseñarnos algo.

Porque lo demás son perros ladrando. Gente cuerda que quiere lo mejor para ti.

Así que si estás como el de la carta del tarot sin número te digo: calma. Aguanta un poco más.

Disfruta de la calma de los locos.

11 respuestas

  1. Aquí otra a la que le encanta el tarot, pero aún más que hayas vuelto a escribir en este espacio. Ojalá te animes a seguir en él. Aguantaremos un poco más, que lo mejor siempre está por llegar. ¡Un abrazo grande, compañero!

    1. ¡Hola, María! Pues ya somos dos locos (y más cosas locas que nos unen)

      Volver a escribir aquí me ha gustado mucho, así que creo que sí, que seguiremos por aquí. ¡Un abrazo loco de un loco para ti, loca!

  2. Calma, loco, calma. Así estamos muchos viendo el Etna en erupción en cámara lenta queriendo imaginar que es un efecto de realidad aumentada. A lo mejor algún dios se despierta y se apiada de estas criaturas que le habitamos el mundo. Imagínate, Oscar, que da al pause.
    Un abrazo

    1. Calma, calma…

      Esperemos que si un dios se despierta tenga buen despertar y no nos borre de un manotazo. Al menos que se tome un tiempo para mirarnos de cerca y luego ya, antes de tomarse el café, sacuda las sábanas y nos vayamos todos al espacio cósmico más cercano.

      Aunque mejor lo de darle al pause: el dios (o la diosa) y nosotros ahí, mirándonos cara a cara, por toda la eternidad o al menos un cachito de eternidad.

      Un abrazo!

    1. Alguien vendrá a decirme que estoy frivolizando con el tema de la locura, seguro. pero la locura es un tema muy serio. Como yo, muy serio.

      A veces torcer el renglón a voluntad es una rebeldía necesaria, ¿no crees?

      1. ¿Y qué hacen los cuerdos? ¿Quedarse quietos, aterrados por lo que habrá más adelante?
        Siempre habrá un barranco, un río, una montaña o un león que nos saldrá al camino y la calma viene del conocimiento de que es inevitable y que luego, el león no es tan fiero.
        Me apunto a la locura.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *